Porque cuando todo pase, cuando la tormenta amaine, en la calma me recordará. Aunque sea un segundo, por su cabeza pasaré, y sabrá que todo lo que vive no es lo que esperaba vivir. Que todo lo que sueña no es lo que esperaba soñar. Que todo lo que hace no es lo que esperaba hacer. Que las cosas que hacer antes de morir han cambiado completamente. Que todo ha dado un giro que no tiene vuelta atrás. Que todo podía volver a ser como era antes, o al menos algo parecido, pero desde hoy ya nada volverá a ser como antes. Nada será lo mismo. Que ya no le dedicaré ni una más de mis letras, que esta es la última vez que le escribo y esta es la única verdad que ronda ahora en mi corazón y en mi mente. Que no es odio, sino indiferencia, que no es amor sino pena. Que no es rencor sino ilusión.
Supongo que esto es lo que tenía que pasar. Si ya la vida me dio motivos, me los sigue dando para no entorpecer mi verdadero destino. Que ese es el que vale, que ese es el que me motiva, que ese es el que espero y el que es para mí. Que solo lucho por las cosas que valen la pena, y por desgracia en este mundo hay pocas cosas con estas características y está claro que tú no las posees.
G. S. Díaz
