No me lo creo. Me sorprendo incluso a mí mismo. Es algo
difícil de aceptar. Es que ya no soy yo, no
soy el mismo, ni siquiera la sombra de lo que un día fui. Porque he
pasado muchas cosas, he vivido muchas emociones, momentos inolvidables, que se quedarán
en mi retina por siempre y otros que es mejor dejarlos en el olvido, que no
merecen la pena ni formar parte de mi
historia. Pero lo hacen. Risas y llantos. Pertenecí a un extremo durante un
tiempo y quise correr hacia el otro extremo en un periodo corto y tumultuoso.
Ahora estoy por encima de los extremos, tranquilo y sin preocupaciones tan
tontas y efímeras como las de antes, ahora soy otra persona, siento que he
crecido, que he madurado mucho, que he cambiado totalmente. Que me estoy
acercando a la persona que un futuro quiero ser. Y eso me satisface más que
nada en el mundo. La soledad sirve para conocerse a sí mismo y dejar lo demás
de lado, la soledad es una etapa que, como he dicho, te ayuda a crecer. Y yo lo
he hecho.
G. S. Díaz "Risas y llantos. Extremos."