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2 de octubre de 2012

Risas y llantos. Extremos.

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No me lo creo. Me sorprendo incluso a mí mismo. Es algo difícil de aceptar. Es que ya no soy yo, no  soy el mismo, ni siquiera la sombra de lo que un día fui. Porque he pasado muchas cosas, he vivido muchas emociones, momentos inolvidables, que se quedarán en mi retina por siempre y otros que es mejor dejarlos en el olvido, que no merecen la pena ni formar  parte de mi historia. Pero lo hacen. Risas y llantos. Pertenecí a un extremo durante un tiempo y quise correr hacia el otro extremo en un periodo corto y tumultuoso. Ahora estoy por encima de los extremos, tranquilo y sin preocupaciones tan tontas y efímeras como las de antes, ahora soy otra persona, siento que he crecido, que he madurado mucho, que he cambiado totalmente. Que me estoy acercando a la persona que un futuro quiero ser. Y eso me satisface más que nada en el mundo. La soledad sirve para conocerse a sí mismo y dejar lo demás de lado, la soledad es una etapa que, como he dicho, te ayuda a crecer. Y yo lo he hecho.

G. S. Díaz "Risas y llantos. Extremos."

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