Te
quiero. Nunca dejé de hacerlo. Siempre estuviste ahí. Siempre te vi. Siempre
estuve yo ahí y tú también, siempre, me viste. Hoy te vuelvo a ver, como antes.
Y qué le hago yo, una simple ilusión es algo que nunca se va. Aún recuerdo
cuando caminaba despacio. Muy despacio. Para verte aparecer en el horizonte.
Tan solo eso. Con tan solo eso me conformaba. Y, a veces, era feliz. Inmensamente
feliz. Más que nunca. Pero qué más da ya. Aunque antes también daba igual. Qué
más da. Algún día sentirás lo que yo sentí, lo que yo imaginé y no acerté. Y
entonces, solo entonces, puede que se haga realidad. Sería como un sueño. Como
un dulce despertar. Como esta navidad. Como un anhelo eterno que nunca en la
vida será algo como tal. Como tú y…como nadie más.
Gregorio S. Díaz "Escritos olvidados II"