Los labios tienen memoria. Solo
hace falta morderlos, besarlos lentos, para que, con saliva, vayan contando
toda su historia. Cada arruga, como estrato, tiene restos arqueológicos. Reconstruyen
a partir de líneas, todo el pasado que ahí cicatrizó y vuelve a la enésima
embestida. Esos labios transportan a todos los momentos que fueron usados en la
vida. Al besar, uno puede sentir, desde arriba, los secretos que con celo esconden
porque al hacerlo dejan sus recuerdos volar a la deriva. Los labios que
responden al primer beso, no pueden sino repetir el primero que le dieron, el
primigenio. Y, desde ahí, saltan a los que marcaron. Los besos que quisieron
repetir y no pudo. Los que siempre querrán besar, que están lejos, ya. Los que
lo hacen ahora, quizá por rutina. Por mero traspaso de saliva. Por querer encender
el sexo, que se mueve más por la innata natura.
Gregorio S. Díaz "Labios"
Ay..los besos...esconden tantos algunos, que si pudiesen hablar nos dejarían mudos. Como siempre, me ha encantado. Cada día quedo más sorprendida con tu narrativa. Tienes esa facilidad de hacer que me pierda en tus palabras, hasta encontrarme como espectadora en tu mundo. ¡Saludos!
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