Definitivamente fui
un ingenuo dejando lugar a esa esperanza. El verbo luchar se quedó ya en
el pasado. Mis letras, mi corazón y yo nos retiramos de esta tonta y trepidante
guerra. Es él, mi bolígrafo azul el que porta mi bandera blanca, agitándola
cada vez que derrama su tinta sobre el papel, ya que ella no me hace la más mínima señal de llegar a un acuerdo, de una tregua, y sigue atacándome...
Pero antes y durante esta guerra he disfrutado de todo como
nunca, he pasado momentos que no se podrán repetir, y aunque todo mi mundo
ahora esté derrumbado por sus continuos ataques aéreos, volveré a rehacerme,
volveré a renacer y esta vez seré más fuerte. Se acodará de esto que escribo,
de esto y de mucho más, se acordará pero tarde será, tarde para ella, tarde
para mí, tarde para nuestros sueños y planes. Una pena que se queden enterrados
entre estas bombas que nos hemos lanzado mutuamente, y que aunque ella haya
ganado, estarán ahí, en sus cimientos por siempre.
Dejé que los recuerdos, la nostalgia y demás sentimientos
recorrieran mi cuerpo y no supe ver que todo eso me sirvió para sufrir de nuevo
como ya hice una vez o tal vez dos, lo mismo fueron tantas que ya no me
acuerdo. Esta es tu última letra. Mi último sentimiento que te escribo. Creo que no habrá más esperanza, no habrá más dudas, cuando pase hoy todo será totalmente distinto, así pues... ésta sí que es la definitiva y enésima despedida, ella y él serán felices, y cueste lo que cueste dibujaré una sonrisa en mi cara. Me
despido, simplemente, con un beso, pero no uno cualquiera, me conformo con
cualquiera de los míos que logres recordar, y espero... se acuerde de todos y cada uno de ellos, como lo hago yo.
G. S. Díaz "Me despido con un beso"