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8 de noviembre de 2012

En la cima

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A veces sabes que estás en la cima de la montaña de un sentimiento y sabes que en escasos instantes y ano estarás ahí. Que puedes resbalar, caerte hacia un lado y volver a agarrarte a la montaña para, de nuevo, volver a intentar coronar la cima. Puede que lo mejor no sea resbalar y volverse a agarrar. Caerse hacia el otro lado, disfrutar del viaje, despejar la mente, ver el suelo desde arriba, ver cómo se hace cada vez más grande, ver cómo caigo, sentir el viento en mi cara, la sensación que provoca una sonrisa justo antes de morir. Pero sonríe, después de esa muerta hay otra vida, otra montaña a la que escalar.  Hay que saber cuándo se puede volver atrás. Así mismo tenemos que saber cuándo no se debe hacer. Aunque no queramos, es inevitable hacerlo: una vez descubrirás que cualquier tiempo pasado fue mejor,  y otras sabrás apreciar las etapas de la vida y tampoco te parecerá tanto.

Qué decir cuando todo ha cambiado, cuando lo que era y fue por siempre, ya no lo es. Cuando todo lo vivido parece carecer de sentido. Cuando lo que creías sentir no es así, cuando todo por lo que un día luchaste, de repente desaparece. No se puede vivir de recuerdos y anécdotas, vivir es forjar cada segundo un recuerdo para volverlo a vivir. No se puede uno anclar en el pasado, tenemos que crecer y evolucionar, y eso conlleva olvidar. Quizá para algunos el olvido por parte de las personas a las que queremos sea la sensación más extraña y el sentimiento más bizarro y doloroso que se pueda recordar.

G. S. Díaz "En la cima"

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