Tan solo debes abrir los ojos,
tan solo debes suspirar.
Solo tienes que respirar profundamente,
soltar el aire y vaciar la mente.
Ten en cuenta que nada es para siempre,
salvo la muerte.
El cerrar los ojos eternamente
y la impotencia de un cuerpo inerte.
Por eso quiero que tú seas mi muerte,
mi para siempre.
Quiero cerrar los ojos a la vez que tú,
que nuestras manos entrelazadas
no las separe ni belzebú.
Que tu sonrisa y la mía sean una,
que de ti y de mi no haya duda alguna.
G. S. Díaz "Que seas mi muerte"