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29 de octubre de 2013

El amor como negocio.

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Y entonces te das cuenta de que nada existe realmente. De que el amor no existe, que es solo una idea idealizada que tenemos. Que los conceptos referentes al amor son inherentes a nuestro ser, pero que se inventaron en el siglo romántico. Por encima de todo, hay que entender al amor como un simple negocio, los reyes se casaban para establecer lazos dinásticos, los nobles se casaban para mantener su status de nobleza, los burgueses se casaban con los nobles para llegar a ser como éstos. Nosotros, los que idealizamos el amor, nos alimentamos de toda la literatura romántica que va incluso desde Shakespeare, a Byron hasta llegar a Bécquer o Neruda. Nos quedamos plantados en una pasión adolescente y adulta que revuelve nuestras hormonas, nos quedamos pegados a unas letras y a una imagen, que creemos perfecta. Nos quedamos enganchados al amor de verdad, pero no aceptamos el presente ni el futuro.  No aceptamos, que el amor, cuando uno crece, deja de existir para convertirse en un bursátil negocio, donde solo buscamos el bien y la mejor vida posible de nuestra prole, dejando atrás cualquier sentimiento de verdadero amor, dejando atrás un pasado idealizado, dejando atrás a todos esos románticos que acabaron como acabaron por llegar a esta conclusión y no aceptarla, es duro vivir en un mundo donde todo se compra y se vende y los sentimientos están por debajo de habladurías, dinero, fama y una buena posición.

G. S. Díaz "El amor como negocio"

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