¿Hay algo más maravilloso que soñar? Te metes de lleno en un
mundo que tu propia cabeza ha creado y que es todo un paraíso por descubrir
para ti. Tú mismo, sin querer y sin decidirlo, pones a los protagonistas.
Sientes miedo, angustia, pena, dolor, alegría y todos esos sentimientos que nos
cuestan diferenciar por el ritmo tan elevado que tiene nuestra sociedad. Es en
los sueños donde puedes pararte a ver, pensar y actuar. Porque son eso, sueños.
Y en los míos apareces tú, compartiendo mi misma obsesión. Aparecemos nosotros,
en blanco y negro, por supuesto. Solo distingo el rojo de tus labios. Pasamos
por puentes de madera, por calles de piedras que de vez en cuando recorren
carruajes. Bailamos un swing. Nos indignamos, y lloramos, ante las terribles y
trágicas noticias de guerra. Vivimos como queremos vivir, con algo más que piel
entre los dos, por la noche, en nuestras sábanas. Pero entonces, despierto. Y
suena mi maldito despertador. Y tengo un aparato en la mano del que no me puedo
separar en todo el día. Me miro al espejo y recuerdo mi sueño. Camino triste
entre el ruido del tráfico y el olor a humo quemado. Miro los edificios. A la
gente. Y no, nada es como antaño. Más quisiéramos poder vivir como antes y, más
quisiera yo, tenerte aquí delante, así al menos sanaría el dolor de vivir en
una época tan distante.
Gregorio S. Díaz "Mi sueño"