Cada
noche se repetía, corro como alma que lleva el diablo y caigo de rodillas.
Acabo rodeado de un avispero que deja incrustados sus aguijones en mi brazo. Se
marchan tan solo para respirar, porque vuelven y lo hace exactamente igual. Es
cuando despierto, harto de huir, otro sueño más. Era una advertencia, una
premonición, era sentir que iban a llegar problemas imposibles de solucionar,
como éste. Si me pongo a rememorar, a echar la vista hacia atrás, puede que
fuese desde el primer día cuando todo comenzó. No es que tenga una memoria espléndida
como para acordarme nítidamente, pero sí que es verdad que tengo los primeros
apuntes llenos de descripciones de protagonistas de mis historias, todas basadas
en ti. Y por aquel tiempo ni uno solo de los lazos que se anudan entre personas
nos unía, aunque no tardó en llegar. Pronto deseché aquella idea que tuve un
año atrás. Pero las voces de los demás en mi cabeza resonaban, al fin y al cabo
no somos tan diferentes. Luego vinieron los versos, las risas y la tinta del
bolígrafo escribiéndose en tu espalda. Tu firma en mi cuello. Yo un peldaño por
debajo de ti, en inferioridad. Y no sé qué más, el sol y su calor y la noche y
sus celos. En un abrir y cerrar de ojos, más cerca que nunca, tan cerca que mis
dedos se perdieron por tus mejillas y cabello. ¿Gracias? De nada, gracias a ti.
Más tarde una canción. Abrazos. Manos entrelazadas, ¿pasión? Casi. ¿Qué son los
besos de la noche? Esos que se mezclan con el alcohol, la música y el baile.
Prefiero guardármelo, como hice, quien sabe si algún día saldrá. Prefiero
palabras primero, y uno perfecto después. En la terraza de un café, en la
oscuridad del cine o yo que sé. Letras de canciones, fáciles de malinterpretar,
esas que tienen ya tu nombre y el de nadie más. Una decisión, acertada o no, pero que nada va a cambiar. Ni para
bien ni para mal. Mejor así. No olvido mi inferioridad, pero es que esos aires
me hicieron subir hasta las nubes y hay que pisar la tierra, sobre todo para no
descalabrarse. En el fondo, nuestras diferencias apenas son nulas, tan extremas
que se tocan, experiencias pasadas parecidas. Todo sirve como lección de vida, ahora
aprendida. Es un buen punto y seguido. Una buena caída desde tu escalera hasta mi peldaño final. Que nadie sabe que nos deparará el futuro, pero, de alguna u otra
manera, sé con bastante certeza que será parecido y estará ligado al tuyo.
Gregorio S. Diaz "Punto y seguido"