Evítame ahora
en las palabras. En la distancia de dos imanes que van perdiendo fuerza a
medida que se desplazan hacia opuestas direcciones. Evítame en lo que me tengas
que evitar. En conversaciones pendientes que pueden no tener ni sentido. En
miradas que no pueden ser, y que son reflejos en ojos de personas ajenas que
nos miran. Ignórame en cada rayo uva de Sol. No te acuerdes de mí ni un solo
segundo al día. No recuerdes que existo.
No, mientras sigamos tan perdidos por el tiempo y el espacio. Haz lo que
te plazca en el momento, lo que más te convenga y sientas. Evítame. Sigue haciéndolo.
Pero para cuando recuperemos nuestra atracción. No me evites cuando te tenga
frente a mis ojos y nos miremos, de nuevo, de verdad. No me evites cuando
puedas susurrarme las dudas al oído. O cuando tengas que gritarlas, enfadada,
para resolverlas ipso facto. No me ignores con cada brisa fresca que nos erice
la piel y nuestros dedos estén unidos en perfecta armonía y ángulo agudo.
Recuérdame que te existo y cuánto me quieres, aunque tengas que exagerar. No me
evites cuando los centímetros o los metros nos separen. Evítame, o no. No sé.
Eso ya es cosa tuya.
Gregorio S. Díaz "Evítame"