El letargo de la juventud parece
ahora que termina. Que no pasaban los minutos y ahora pasan como espinas. La
edad arrecia y avanza como nunca antes y como siempre quise. Cabellos blancos
que delatan a una cabeza que sin ellos se queda a cada paso que da. Muchos
vinieron, y algunos aún quedan, no esperaba más. Muchas también llegaron y
ninguna para quedarse, aunque eso lo sabía yo ya. No quiero volver a empezar,
tampoco es que sepa cómo hacerlo. Lo único que quiero en esta triste ciudad es
que el viento me trastoque el pelo que me queda y que hasta él me arrastre en
un acto de piedad y rebeldía. Vivir de unas letras y de una botella, que me
amen ellas, idealmente, como deseo. Y no como las mujeres hacen siempre y me
dejan seco. No quiero esperar ni que me esperen, solo ver el tiempo pasar y que
éste me ampare…
Gregorio S. Díaz "No quiero esperar"