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9 de enero de 2015

Suspiro.

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Suspiro cuando al anochecer te metes entre mis sábanas y me acaricias, lentamente. Me vuelvo loco para despertar, caliente, de la pesadilla en que me encuentro sumido. Te doy las gracias, sonríes y te vuelves a tu lado. Suspiro en cada paso que tengo que dar por una ciudad que parece no recordar que una vez fue mía, que está triste, gris y fría, porque te imagino caminando conmigo y volviéndote, para verme, cada vez que tonterías digo. Suspiro al tocar tu pelo porque no lo hago a la vez que lo intento. Luego, en el sofá, te encuentro más tranquila de lo normal, entre pantallas, notas musicales y letras de canciones que no paro de tararear. Y vuelvo a suspirar, porque no lo puedo evitar, no le temo al castigo de tenerte que confesar que te quiero como no quise a nadie más, querida Soledad.

Gregorio S. Díaz "Suspiro

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