Al principio la nada. Ni yo sabía dónde estaba. Luego los primeros
homínidos recogieron el testigo de la evolución. Me convertí en cazador, herido
por la subsistencia y el tiempo pasado. Mi prehistoria fue confusa y desértica,
aunque es verdad que propicié miles de encuentros militares en distintas
ciudades del entorno conocido. Hubo guerras que gané, más muchas otras perdí. Por
Grecia, y sobre todo por Roma, os conocí. Por América os descubrí. Las primeras
decepciones llegaron con la Edad Media, sus letras y eufemismos, así como cosas
tan sencillas como el feudalismo. Cualquier cosa que no superáramos juntos. Las
Españas se conformaron con ser solo una. Sin grandeza ni libertad, eso sí. Y entre historias e Historias, sin querer, me
enamoré de ti. Todo Romanticismo, Bécquer incluso Guerra Civil. Todo, que
desembocó en Segunda Guerra Mundial y Guerra Fría. Derrotado, mis repúblicas se
independizaron, llevándose todas algo de mí. Empecé a entender, que me tenía
que volver a unir. A no entrar en ese choque de civilizaciones, que si no
tienes enemigo no lo busques en cosas tan iguales. Y comprendí. Que a ti te amo
por Mujeres. A ti por Juana. A ti por Cleio. A ti, amigo, por cómo eres. Y al
tiempo que pasa tan deprisa, le digo que al menos nos deje escribir con letras
de oro las páginas de toda nuestra Historia.
Gregorio S. Díaz "Historia."