Un día traspasarás la barrera imaginaria. Detrás de un armario, en el campo
o en la ciudad. Allí tendrás mi mano para no ahogarte en el río helado al que
caerás. Me reconocerás y no podrás parar de reír. De refunfuñar. Me dirás que
odiarás estar allí conmigo, aunque en el fondo desees un trocito de mí,
contigo. Harás que vuelva la mirada cuando rompas a jirones tu vestido
empapado. Me pondré serio al oír cosas extrañas y te meteré en el bosque a la
fuerza, mientras tú no pararás de patalear y gritar que te suelte. Lo haré por
tu bien, tenlo en cuenta. Luego, cuando te calmes, podré contarte lo que sucede
en realidad. Es aquella reina bruja que no para de explotar a aquel Mundo de
Ideas y Cosas Extrañas. Soy un fugitivo de la ley, deberás saber, que lucha con
la oposición por volver a ver aquel imaginario como el paraíso que un día era.
Cuando lleguen ellos, los guerreros, las elfas, las ninfas, los enanos y el rey
real, y me veas con ellos interactuar, irás cambiando tu opinión del delgaducho
al que conoces. Cambiaremos las tornas, y serás tú la que no pare de disfrutar
del momento. No pararás de reír, mientras yo cada vez me pondré más serio. No
entenderé que te hará tanta gracia, cuando nos vayamos a jugar la vida. Tú no
paras de hurgar. De hacerme recordar y de llorar. Puede que sea la última
ocasión en que lo haré. Te darás cuenta tarde. Al amanecer ya me iré. Estaba
claro. Es un mundo imaginario pero uno muere igual. Y no iba a permitir que
pudieras salir malparada. No al menos sin saber luchar. Llegarás al campo de
batalla cuando aún todo no haya acabado. No sé si será para bien o para mal, el
destino verá. Entre la maleza y las piedras yaceré, escupiendo sangre y
convulsionándome. Veré tu rostro cambiar. Veré en tus ojos el miedo. Te mancharé
el pelo y la mejilla con mi mano, que buscará tu último contacto, como medida
de purificación, no para sanar, sino para morir en paz. Solo necesitaré eso.
Entre tus brazos expiraré, y cuando lo haga, todo se volverá gris. Todo te dará
vueltas. Escaparás de nuestra realidad. Volverás a la de verdad. Allí el
tráfico, la universidad, el tiempo y los papeles van a seguir igual, cada día.
Tú sabrás algo más. Yo no estaré. Los mundos imaginarios también tienen su
lógica.
Gregorio S. Díaz "Mundo imaginario"