Se caía el Sol a pedazos. Al menos aquello lucía y brillaba tan fuerte como
él. El sonido me hizo agarrarme a lo que pude. Cuando quise acordar, una jaula
de hierro me atrapó. Desde entonces no tengo libertad. Me muevo, pero solo
dentro de mi posibilidad. No transgredo aquellos límites como antes solía. No
me permite llegar hasta donde quiero ser. Sé que es pasajera, esta prisión, que
un día, cuando todo esté recto, se irá.
Y agradeceré. A los hierros o al metal, porque de eso compuesto estoy. Una vez
sentí que estaba perdiendo el tiempo. Mis dientes morderán los barrotes.
Saldré. Volveré. Sé que sucederá. Así que no voy a forzar. No voy a gastar mis
energías. Toca sentarse y escribir en el suelo. Dejar mis huellas en el techo. Enjaulado
o no, sigo siendo el mismo.
Gregorio S. Díaz "Enjaulado"