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17 de mayo de 2015

Pesadilla subconsciente.

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No me llores más. No me abraces por la espalda cuando miro por la ventana para así evitarte, que de la fuerza con que me aprietas me precipito, me inclino y siento un vértigo que da auténtico miedo. Desde un cuarto puedo salir más que malherido. No llores, que dejas lágrimas en mi camiseta y se empapa. Noto entonces algo que viene de ti, recordando que exilié todos tus recuerdos y que desterré cada cosa que tenía tu procedencia. Habla, hija. Habla algo. A ver si así te salen tus demonios, esos que en silencio siempre mataron. Que estoy viendo que no me resisto a tu cara de corderito degollado. No pidas perdón, que no lo obtendrás. Como si no te conociera, que eres Lucifer en persona, pero con tocado. Deja de llorar, de protagonizar el papel de víctima, ese que no te tienes que estudiar y que no te avergüenza dar al público, porque ese sí que te lo sabes. Actúa, sigue partiendo tu cadera al andar. Pero creo que tengo que ser yo el que deje de soñar. De tener pesadillas, mejor dicho, contigo. Que si me tocas creo envenenarme. Que ya ni sé que un día hubo palabras y alegría. Sin embargo, me traiciona el subconsciente. Y a ti, lo sé, el consciente. Lo siento, antes de ti hubo otra, y creo que con una bruja ya tuve suficiente.

Gregorio S. Díaz "Pesadilla subconsciente." 

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