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4 de agosto de 2015

Chica.

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Si no quieres durar lo que me dura un resfriado y dos besos y medio, deberías tomar algunas precauciones. Si no las vas a seguir, mejor que vayas a por el siguiente. Solo serás otra más que se va. Si quieres entenderme, pues chica, intenta descifrarme. Trabaja tu lectura. Quítate de la cabeza la idea de la cordura y piensa conmigo en la locura. Parafraséame y léeme entre líneas, que solo así sabrás lo que me complementa. Lo que necesito. Lo que el alma me alimenta. Lee lo que te escribo, pero no te lo creas. Son banales frases de un maldito poeta, que lo mismo te lo dice a ti hoy y mañana a otra. Antes de amarte, necesitaré que me ames. A mí y a mi egoísmo. A los dos por igual. Antes de besarte, necesitaré que me quemes. Antes de todo, necesito mi nada de siempre. Antes de que te pegues a mí, debes saber que amo mi espacio, quizá mucho más de lo que te voy a amar a ti. Que no cambio la soledad del folio, a tu compañía cuando amargues. Que no tengo ni ganas ni tiempo de gritar. De volver a decepcionarme. De enfadarse. Que no tengo tiempo para perderlo. Así que si me vas a amar, ámame doble y espera de mi menos de lo que tú me das. Y cuando te canses, quizá me dé la vuelta y me dé cuenta. O no. No lo he hecho casi nunca. Pero chica, debes saber también que estoy esperando a hacerlo. Entonces, todo se igualará. Menos mi ego, a ese deberás seguir alimentándolo. Alimentándome. Porque mi ego me hace a mí, chica. Y si me preguntas por qué pido tanto, es porque nunca recibí mucho.

Gregorio S. Díaz "Chica." 

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