Ya no te amo. Quizá nunca lo hice. No, nunca lo hice. Ya no te amo. No, ya
no. Hace tiempo que no lo hago. Creo que desde el principio, desde el primer
beso. Fue solo una pasión efímera, necesaria y arbitraria. Ilusión de éxtasis
sin pastillas. Cuerpos con ganas de rozarse sin dolores de cabeza ni aspirinas.
Fuego griego que, lejos de apagarse, quemó hasta tus bragas y mis nalgas.
Recuerdo que alzaba mi mano para tocarte, porque te tenía tan alta que eras tú
la que cuando querías piel te tirabas encima. Sin cortes. Ya no te odio,
tampoco. El sentimiento más sincero que sentí por ti. Y deberías estar
orgullosa por ello, por dejar en mí rencor que se fue con el viento y con el
tiempo. Por marcharte así, dando un final perfecto a una historia vacía, fría y
sin besos. No te odio. Quizá nunca lo
hice. No, nunca lo hice. Ya no te odio, ya no.
Gregorio S. Díaz "Ya no te odio"