Hay momentos en los que me lo pregunto constantemente. Momentos en los que
me atormento a mí mismo sin razón aparente, momentos en los que me divierto
jugando a cortar y pegar recuerdos, que llevo plasmados en el subconsciente. Por
qué te dejaría de observar o por qué nunca te vi cómo debía de ser si para mí
eras el ancho mar. Por qué de ti hui o por qué no volví cuando tuve posibilidad
de mis pecados redimir. Por qué no te me clavabas o por qué yo lo evitaba. Por
qué parecíamos y no éramos. Por qué no te agarré y por qué no de mí tiraste.
Por qué nos diluimos como pompas de jabón, en el liviano aire. Por qué el tiempo
separó dos llamas que nunca quemaron al instante. Luego, hay otros momentos, en
los que me lo afirmo de repente. Volveré, ahora, muerto y a destiempo, a buscar
un perdón y a desgarrar tu alma con un lo siento. Momentos en los que me digo
por qué no y ansío seguir creciendo. Borrar el primer paso y dar con brío
segundos y terceros. Y entonces, cuando amago, me doy cuenta del dolor
provocado y de mi cuenta pendiente. De notar la distancia de la indiferencia y comparo
en la línea temporal y cuántas diferencias. Por último, hay momentos en los que
lo logro comprender. Que si no funcionó, no funcionará otra vez. Que solo
quería mis daños reponer. Que no quise, ni te supe, querer.
Gregorio S. Díaz "Hay momentos."