Qué sería de ti si entendieras que el centro del
mundo no te pertenece. Que no sé por qué vas dando lecciones cuando ni las de
tu dios aprendes. No creas que sigo a tu cintura atado por volver, después de
casi mil lunas, a intentar atar cabos. Que no fuiste mi fortuna, ni serás mi
tumba, y mucho menos seré tu eterno esclavo. Solo pretendía coser con el hilo
del por qué el corazón que un día dejaste morir desangrado. Pero para qué. Para
qué vas a explicar, si no supiste ni tú cómo acabarlo. Que te divertiste un
rato. Más de dos días no puedes estar en el mismo sitio. Quién me señala a mí
con el dedo, querías saber, y todo aquella que un día lo hizo hoy tiene mi
perdón y yo mis pantalones por la rodilla sucios. Probablemente más manos que
mi manos te señalen directamente a ti con el dedo. Y no te das cuenta. De que
vas dejando atrás una procesión de desheredados, no porque enamores, sino
porque les robas hasta el último céntimo. Adiós, que te vaya bien. Son cosas
que yo también puedo decirte. Tú las usas con un tono que tiene poco de humilde.
Que eras tú siempre la bruja a la que quise referirme. La que maneja
marionetas, lanza indirectas, se inventa historietas y a las personas enfrenta.
Gregorio S. Díaz "Quién te señala."