Vienes. Después de tanto tiempo. Tanto, que ya ni me acuerdo. Vienes y
tengo que bajar rápido las escaleras, como solía hacer antes. Vienes y el mundo
se desespera. Surgen nuevos comandantes. Vienes, y la Historia, que ambos
construimos, se acelera. Y qué importa que los países se maten en guerra.
Nosotros hemos firmado la paz y ellos son solo elites y fronteras. La gente
muere por y dentro de ellas. Qué importa que el mundo se vaya a la mierda, si
eso ya lo supe yo, dos días antes de que te fueras. Tampoco es que ahora sea el
paraíso, horas después de que volvieras. Que siempre quise dar un golpe de
estado en tus caderas y quedarme a vivir como dictador de las Tierras
Prohibidas más allá de tu cintura. No fui más que otro que lo intentó y
fracasó. Aprendo de mis errores, no habrá ni tanques ni militares. No serás más
mi carcelera. Dos años de dura codena son suficientes para la locura, pero no
para ahogar la pena. Prométeme curar todas las quemaduras del tiempo y yo,
prometo volver a defenderte como patria querida, igual que una vez morí por
ella. Me dan igual aquellos que clavaron en ti banderas, las mentiras, las
ataduras y las salidas de pista. Te daré asilo, porque ya sabía que volverías. Llegaremos
a un acuerdo diplomático. Regálame lo que en tu portal te sobraba: besos. Esos
que me han faltado. Caricias. De esas que ya no recuerdo. Que sin ti, iba a
morir de miedo. Iba a ser un vagabundo del tiempo errático...
Gregorio S. Díaz "Vienes"