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25 de marzo de 2017

Séptimo sentido.

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Mirando al frente, sin ver lo que sucede alrededor. Con el punto de mira siempre en el camino, pensando cada paso que doy, si es el correcto o es el mejor. Así me pierdo la vida. Pierdo mi vida. No me fijo en esos árboles que de nieve ya se han cubierto varias veces, que han florecido otras tantas y que se han ido quedando sin hojas, por aquellos otoños melancólicos, que tanto se me parecen. No doy oportunidad a que me cuaje. Huyo. El tiempo que no tengo no quiero que me lo arrebaten. Tengo millones de proyectos por acabar, y por idear, y no los quiero deshilvanar porque son lo que me permitirán avanzar. Eso sí, a veces es necesario un tiempo de relax. De dar una patada al reloj y tener un hombro en el que llorar. Con el que sudar. No veo nada. Estoy distraído. Absorto. No consigo entender viejas palabras ni comprender nuevas miradas. Estoy como siempre, un poco tonto. He roto con aquel mundo. El de colores y cero preocupaciones. Se ha dislocado mi olfato. Ya no soy un asesino. Se ha desactivado, por completo, mi séptimo sentido.

Gregorio S. Díaz "Séptimo sentido" 

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