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15 de julio de 2017

El que...

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El que se reía del mundo, porque no lloraba. El que luego lloraba, porque no tenía una sonrisa a la que provocar su risa. El que pensaba que no iba a poder volver a ser, y ahora se encuentra como siempre, estampado contra la gruesa pared. El que pensaba que no le quedaban oportunidades para sentir, pierde otra y le duele como si fuera la primera. El que pensaba que ya iba siendo hora, que también le tocaba, el mismo ingenuo que no sabía que la suerte para él ha estado por siempre echada. Que el hechizo y la maldición todavía mancha. El que lo predice todo en sueños y no se da cuenta. El que, por perder, pierde todo lo que intenta. Dos años esperando a un beso de estos, aunque fueran los más maleducados y siniestros, para que te consuman de nuevo. Para que te quiten el renacido pellejo. Para que te sentencie, definitivamente. El mismo que sabe que todo es mentira, un engaño. Una farsa. Una copla de carnaval. Algo que podría haber sido real. La culpa la tienen los días intensos, el vacío que se llena por dentro, las promesas en estado incierto, que lo pudieron recrear. Las ganas y el deseo, que lo incentivaron. El recuerdo y los textos, que lo mataron. El que no se explica cómo y por qué. No lo de ahora. Lo de antes. Ni cómo vino, ni como fue. El mismo que esconderá la cabeza, aunque la mantendrá alta. La mirada agachada. No muerta, pero sí tuerta. Llena de vendas. El mismo que está acostumbrado a las causas perdidas y a sus dolorosas heridas.

Gregorio S. Díaz "El que..." 

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