¡Chico! ¿Qué te pasa? ¡Reacciona!
Que al menos sabes que no estás muerto, que sigues vivo. Que se mantiene
intacto lo que creías herido, fuera de servicio, inepto. Que tienes sitio para
otra daga. Que la sangre fluye, líquida, renovándote por dentro, lejos de
aquella ya solidificada, negra, tuerta, pasada de vueltas. Que puedes volver a
querer, que pueden volverte a querer. Que puedes volver a herir y que te
pueden, de nuevo, matar. Y te dejarías. Un corazón roto, ya lo sabes, es un
corazón que late. Que derrocha tinta, magia, sueños. Que te llena de nostalgia,
lágrimas, sentimiento. Y tú lo que necesitas es justo eso. Que solo escribes
frases recalentando unos recuerdos que van más allá del tiempo de los
dinosaurios. Que va siendo hora de un nuevo mundo. ¡Espabila! No es, ni será,
la chica de tus sueños. Solo otra más. Otra que, empujándote, te puede
impulsar. ¡Aprovecha, chico! No llorarás por causas perdidas como esta como lo
hiciste antaño por la adolescencia y por las luces de una puta sombra. ¡No hay
dolor! Y si lo hay, solo es porque te lo crees. ¡Mira al mundo, chico! ¡Mira!
Míralo como hace tres semanas. Lo grande que es, lo grande que lo haces.
Gregorio S. Díaz "Lo grande que lo haces"