No intentes curar tus heridas con
mi saliva. Ten cuidado. Que de sustancias químicas está corrompida. Que puede
ser que se te agrieten, de aquí a unos meses, porque es demasiado corrosiva.
No. No intentes nada. Que a mis veinticuatro ya conozco los entresijos de las
más de mil puertas que he abierto. Y he cerrado. Ya sé, ya sé que los ecos del
tiempo pasado parecen cantos de sirena. Yo me he ahogado entre sus canciones,
perdiendo el tiempo y haciéndolo todo más complicado. Pero solo era un pedazo
de ella. No sueltes más veneno, que es letal para unos sentidos poco
acostumbrados al impacto de otro miedo. Como si fuera algo nuevo. No estaré
cuando escupas el agua y respires a boca llena. Tampoco cuando tú quieras. No
estaré ni cuando yo mismo necesite una tregua. Porque el tiempo se agota. Se
va, muere y no deja de oportunidades otra. Porque yo me deshago cada vez que
alguien como tú me clava una y me quita tres piezas.
Gregorio S. Díaz "Saliva"