
Malditos sean todos los dioses.
Los que designan sus designios sobre todo lo hecho y acontecido. Los que no
evitan la línea cronológica de todo este sinsentido. Maldito todo el tiempo el
que no estuve contigo. Todas las vueltas que en círculos he dado y que a ningún
sitio firme y sólido me han llevado. Solo al mismo camino. Maldito el tiempo que
no he aprovechado. En el que otros labios han besado. En el que me habías
olvidado. Malditos todos esos cielos, y los reflejos de las perseidas, que te han
mirado. Las manos que te han recorrido. Los ojos que te han mirado. Malditas
sean todas las palabras que te han dibujado. Las mías solo han sido unas más,
un capítulo de un largo libro. Maldita cada imagen borrada, testigos de lo que solo
la memoria ya guarda. Maldito el miedo que genera el pasado. Las ganas de morir
que han sobrevenido. Lo que, así, ha sido revelado. Ya nada será puro. Real. Verdadero.
Todo estará, siempre, envenenado. No sé si seré uno más de la lista, o tendré
yo que tachar de la mía. Maldito este dolor que duele tanto. No saber. Ignorar.
Ser pardillo. Maldito, también, todo lo mío. No haber esperado. No haberlo impedido.
Haberme ido. Haber vuelto. No parar y ver qué dolería menos. No agarrar la Ciudad
de una Noche de Abril de la mano.
Gregorio S. Díaz "Todo maldito"