Ya está. “Llegó la hora que
nunca he querido que llegue”, la de escribirte, y no precisamente un pasodoble.
Esa ha sido la última letra que te leo, la última melodía celestial que te escucho.
Llevaré todas tus coplas por bandera, eso sí, allá por donde quiera que vaya y
aunque no haya pisado aún tu eterna Tacita de Plata. Pero no serán, ni mucho
menos, las últimas lágrimas que mis ojos desprendan. Han sido muchas desde aquellas
madrugadas de bohemia. Siempre a muerte con unas de amores y otras de protesta.
Decirle al poder lo que ya sabe y lucha porque no lo sepa nadie, y a ella, lo
mucho que ha tardado, que la he querido y recordar todos y cada uno de los
besos que le he dado. No dejar a un lado tu rebeldía, especialmente tras los
tiempos oscuros en los que nos hemos sumido. Ya sin tu guía, ya sin tu
guitarra. Pero siempre con tu canción, con tu veneno. Con tu legado. Así
podremos morder al pequeño mundo de los millonarios, robarles, cual ladrones,
el miedo con el que nos han rociado desde que todo lo han controlado. Así
podremos descansar, como tú ya lo haces, al lado de la dama golfa y valiente de
la que me hablaste y que desde entonces me he pasado buscando. ¡Aquí estoy mi Capitán! Herido eterno de
veneno y amor por tu Carnaval…
Gregorio S. Díaz "Una de amores y otra de protesta"