No era el mundo viejo. Era otro
nuevo. El que de la cuarentena había surgido. Era, por tanto, un recuerdo
futuro. Íbamos en grupo, como las primeras veces en la discoteca de verano. La
calle se hacía ancha. El imán que yace en el seno de nuestros cuerpos, cuando los
introducimos a golpe de besos, embestidas y jadeos, nos fue acercando. Mano en
los bolsillos, miradas verdes de reojo. Palabras medidas, centímetros de
distancia. Lejos. Rápidos flashes de cementerios, bosques, casas abandonadas,
centros comerciales, ciudad y carreteras. Tengo el tiempo ocupado, entre libros.
No sé a qué te dedicas. Tienes el misterio bien inducido. Solo que te ves con algún
conocido. Quien tiene los ojos alterados
por la música y las luces de colores. Quien se muere por el dinero que no
tiene, y se juega cada noche. Que lava los trapos sucios de puertas para adentro,
con orden y mando. Como tú querías. Aunque todo el mundo sepa que los canta a
los cuatro vientos cuando, cada día, se va de farándula. Haciendo acopio de
toda su chulería. Y yo maldiciendo al tiempo y sus caprichos. A lo que fui, y he
sido. A los momentos cruciales de mi Historia, que no bien nunca he medido. Y me
alejo. Vuelvo a la risa del grupo de amigos. Dejo que tus ojos verdes me miren por
la espalda para que, al voltear, los lleves al suelo. Suspiro. Vuelvo a
perderme entre mis libros.
Gregorio S. Díaz "Recuerdo futuro"
¡Me encanta el título! Tan contradictorio como la vida misma. Se me ha hecho corto..jeje, ¡Quiero más! La lectura acompaña a la soledad, pero..teniendo a esos ojos verdes que lo miran tímidamente..¡Aparta el libro y piérdete mejor en esa verdosa mirada! Para que el mundo viejo no tenga nada que envidiar al mundo nuevo..
ResponderEliminarSaludos