A menudo, todo un borrón de preguntas
muy afiladas. Que pueden hacer brotar gotas de sangre. Que tienen que ser reflexionadas
más allá de los dos segundos que se tardan, engañándote, en ser contestadas. Unas
se repiten, otras se olvidan, con argumentos solidos desaparecen. Por qué el brillo
en los ojos ante la Historia. Ante todo libro, película, en que de ella se
hable. Ante los años que pasan, las civilizaciones surgidas, los misterios inciertos,
el polvo de las personas que pensaban que los ancestros eran estrellas en el
cielo estrelladas. Siempre me he excusado en los gustos innatos. En la curiosidad,
las ganas o la pasión. A veces, incluso, la devoción o la necesidad de descubrir
y entender todos los mundos que no he vivido y que han construido el que hoy
piso. Como si la Historia atrajera como un imán a aquellos predestinados a revelarla.
Que ella misma elegía con quién desnudarse, y ponía en su mente las palabras
para, exacta, contarla. Pero siempre he estado confundido. Equivocado. La
Historia tiene los ojos vendados, está muda y no tiene tacto, solo alma. No
elige ni cumple profecías anticuadas. Se interpone ante nosotros y nos abre los
ojos del tiempo. La Historia salvó mi vida. Fue la única mujer de curvas
doradas que estuvo en mi cama cuando ahí afuera todo se derrumbaba. La que me
prestó los libros que necesitaba para olvidarme de lo que sucedía en la calle.
La que me dio las armas necesarias para enfrentarme al sistema que te aprieta y
ahoga. La que desterró de mi mente los pensamientos malditos de una vida desaprovechada
por no conseguir ni un logro ni nada. La que me enseñó que el amor tiene más de
dinero y venganza que de auténtica llama. Que supo advertirme de que se iban a
ir todas las que llegaran. Y que, para olvidarlas, solo tendría que no soltar su
mano y con la otra no dejar de escribir línea tras línea. Que lo que duele es
menos dolor si tengo a Historia de mi parte. Que ella nunca se irá. Que es lo
único que me ha permitido avanzar. ¿Y sabes qué, querida Historia? Siempre lo
harás.
Gregorio S. Díaz "La Historia que salvó mi vida".