Con la tecnología de Blogger.

28 de julio de 2020

Bufón, arlequín, trovador.

0 comments

Para qué sigo en este páramo desierto cuyos lazos de sol me queman la piel. Para qué. Para convertir, supongo, en risa un día de completo llanto. Para contentar a la reina caprichosa del reino y del cuento. Para alejar a los fantasmas del pasado que surcan los pasillos. Para que pueda conformarse con lo único que le ha tocado, todo lo demás siempre se ha desvanecido. Yo no soy etéreo ni desparezco. Para poner la mano, cuando existe enfermedad y dolor. Para llorar los dos. Para cuando se necesitan pastillas y jarabes para la tos. Para hacer que dormir sea paz y nunca, nunca, guerra. Para acompañar alguna que otra velada de invierno o verano, como complemento al queso y al vino. Para aparecer en fotografías colgadas. Para pasearme y decir “lo tengo, no soy en el amor una fracasada”. Para ser un bufón, un arlequín, un trovador, que ameniza cualquier tiempo y a destiempo suelta alguna frase con tinta, creyéndose que está queriendo. Para poner tarjeta y moneda en cada cosa que se antoja. Para calmar tristeza y todos sus desgarros. Para todo eso. Nunca para la calle de los sabores. Ni para el gusto del tacto. Mucho menos para el pudor y los excesos a los que dan lugar los besos. Nunca para una borrachera de aquí te pillo y aquí te mato. Todo eso, lo bueno, lo busca fuera. Ahí, parece ser, no existe dolor, lágrimas ni tos. No hay límites ni frenos.  Y yo aquí. Siempre. Para complacer. Nunca para ser complacido.


Gregorio S. Díaz "Bufón, arlequín, trovador"

No hay comentarios:

Publicar un comentario