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1 de octubre de 2020

Amasijos de hierro.

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Aquí dentro. En el interior, en lo más profundo. Entre la estructura de amasijos de hierro que dan vida y permiten caminar a paso ligero, pensar con gusto certero. Ahí, en la parte más oscura me hallo como prisionero. De cada llanto, de cada quejido o lamento que te he escuchado y oído, al que he respondido al segundo, apartando pelo y con suaves caricias de mis dedos. Presto, siempre, a cualquier hora dispuesto, con una palabra, un gesto o un beso. Desde ahí, dibujo y recorro kilómetros de asfalto, mientras dejo en los bares de carretera algún que otro euro. En esta de vida de sombras y veneno, me muevo y recreo. “El mañana tiene que ser mejor, seguro.” Y cuando llega, siempre lo mismo. En el mismo sitio. En ese maldito agujero soy el rey de tu universo. Fuera de eso, nada más que un trovador cualquiera, que no tiene horas para sí mismo y tiene que sacar alguna para ella. Aunque tenga la vista puesta en otra tierra, otro náufrago y otra isla desierta. Porque al mundo le grita con intensidad que la libertad le da las ganas para seguir otro día, y aquí, dentro, me pide que le apriete más las cadenas. Mientras, niega todo placer que el cuerpo mundano exige y venera.


Gregorio S. Díaz "Amasijos de hierro" 



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