Cada vez me cuesta más salir de aquí, hacerme un hueco entre la multitud y respirar de aquel aire fresco que siempre dio pureza a un corazón convertido en trescientos mil cristales pequeños. Cada vez me resulta más difícil escribir, tener un momento de paz para saber qué hay dentro de mí y sacar lo que explota y rebota en estómago y cerebro. Cada vez me resulta más difícil recordar, si aquello era de verdad o solo trato de idealizar por esta maldita realidad. Como si en esos momentos tuviera algo más por lo que vivir, por lo que luchar. Construir. Cada vez me cuesta más porque tengo maniatadas las manos, vendados los ojos y sin capacidad ni margen de maniobra. Porque me fustiga el haber abandonado los sueños, nunca se cumplen si los dejas sueltos. Cada vez sale menos esta parte de mí, porque el quehacer diario la va consumiendo. Cada vez tengo menos de aquel que se dedicaba fantasear, leer otras vidas, besar a escondidas en un portal y querer repetirlas. A querer pasión en la carne, hormigas en el pecho, complicidad en los gestos. La juventud, que se ha ido para no volver, y este yo que se ahoga, que se muere…está dejando vacío lo que antes se desbordaba. Ya no hay lugar para la esperanza, para una ingenua victoria. El tiempo nos aleja de aquellos felices años y la corrupción del cuerpo te adentra en lo oscura naturaleza de lo humano. Cada vez es más complicado zafarse de este eterno letargo, que alguna vez será para siempre eso, eterno. Cada vez me acuerdo un poco menos de ti, de escribir y me apunto más a la sien, apretando más profundo la pistola en mí. Ni rebeldía, ni futuros más iguales y justos, ni trasnochar, ni adrenalina. Ni risas cercanas ni besos en paradas de autobuses. Como aquel, helado, antes del fútbol. Cada vez es más difícil salir de aquí. Cada vez es más difícil hacerme un hueco para poder respirar ese aire fresco. Cada vez más…
Gregorio S. Díaz "Cada vez es más difícil"
