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5 de febrero de 2023

Cumbres Borrascosas

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Ya fui un paria, un no-deseado de la sociedad, pero ahora Cumbres Borrascosas es mía. La niebla se apodera de ella cada mañana, fría. El gris de los nublados parece mortal veneno disuelto en el aire. Pero aquí no hay caballerizas, ni jardines. Esto no tiene mil pasadizos, ni sirvientes. Las ascuas no son más que tímido aire caliente, que sube y sube hasta la torre donde, de marfil, he construido lo único que tengo y todo lo que me queda: libros formando una desastrosa biblioteca. Por más que mire en derredor, solo hay vacíos. Cuatro patitas y un hocico que maúlla es todo lo que brinda algo de calor y aleja el hastío. No hay posible venganza, porque no existen los Linton. No existe una manera de volver al pasado, porque Catherine nunca vivió aquí y su fantasma no puede asustar en la noche, ni abrir las ventanas para que el viento violente las sábanas. Eso sí, siempre podrás encontrar quien cuente mi historia, tergiversada, subjetiva. Juzgando mis modales, mis miradas, mis palabras, mis actos inmorales. Nunca entenderán el agujero que dejaste en mi pecho cuando decidiste vestirte de blanco en otro pueblo, ni que no existe razón ni corazón que aguante verte inerte en tu hermoso lecho, rodeada de claveles, como si ellos le dieran aroma a lo que una vez fue carne y ya solo podrá ser hueso. Cumbres Borrascosas es mía, toda mía, pero nada me pertenece. No moriré y yaceré frente a tu ataúd, rotas nuestras maderas, como quiso Heathcliff. Aún vivo, me arrancaré el corazón y lo pondré en una caja. Lo descenderé hasta tu morada. Es y será tuyo, por mucho que diga que Cumbres es mi casa. 


Gregorio S. Díaz "Cumbres Borrascosas"






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