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25 de septiembre de 2023

Necio

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Un día escribí, como un necio, retando a dios. Si existía —recuerdo— le desafiaba a creer en él, y no en la ciencia, si lograba sacar tu imagen viva de mis malditos pensamientos, de mi retina. Yo no sé exactamente cuándo, pero casi recupero la fe con el milagro que me brindaron sus ojos verdes. Quizá fue al caminar de su mano o cuando lloré en su pecho todo lo que soy y nunca me he atrevido a hablarlo. En aquellas noches de verdadero amor me hizo dudar de tu existencia. Y te habría enterrado en un funeral modesto de cartas y velas si no fuera un ermitaño, un cabezota de la época de las cavernas, si no tuviera miedo al miedo, que me aterra siempre en los momentos más decisivos de mi camino. Siempre tuerzo hacia el desvío más oscuro, y cada vez es más tétrico. Hoy ya no me santiguo, ni muevo los labios al ritmo de una oración esculpida en nuestras sienes, sin auténtico significado. Hoy, ya, ni escribo. Pero sí que recuerdo que alcancé la cima del mundo y fui el héroe troyano que llegó a besar tus labios. Pero, luego, tras la batalla, yacía para siempre entre los muros de una ciudad que no construimos. Sigo siendo un necio y el miedo puede conmigo. Quise pensar en que existiría una travesía, un pliegue del tiempo, un agujero negro. Que volando libre elegirías mi puerto y volverías al hueco entre la barbilla y el ombligo, a pintarrajear mi espalda de negro . No creeré a dios, porque no cumplió mi desafío. Pero la memoria se queda lejos y las palabras nunca dichas en el tintero. Ahora quiero escribir a lo que tengo y nunca he poseído, a los ojos verdes que se fugaron de noche conmigo y apagué su fuego, al tiempo que no he vivido, a la historia de quienes no fueron y murieron en el olvido, a Ulises, mi gato, el auténtico señor del Universo. Ahora quiero escribirme a mí y a todo lo que he sido: amante fiero, torpe por decreto, secretamente bandido, responsable primero. Ya no estarás, ya no ocuparás este sitio. Voy tarde, lo sé, hace años que no tengo el mío. Que solo gané un veinticinco y los demás ya se han diluido. Pero aquí se queda, aquí rompo la camiseta rosa estrellada de rayas negras. Aquí se borra la memoria.


Gregorio S. Díaz "Necio"




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