Es que es complicado mirar ahora a la estrellas. No, no se
ven. Son estas nubes del corazón las que las empañan y nublan. Veo La Luna
borrosa ahí arriba, a lo lejos, no me acuerdo de su forma, no me acuerdo de la
última vez que la vi, brillante e imponente en la madrugada de la noche. Son
las letras que escribí las que hacen daño, ver que la efímera vida del
bolígrafo no se compara con el letargo de la mía, con la eterna compañía de la
soledad que aumenta cada vez que pienso más y más. Y no es algo que me guste
aunque me encante, puede parecer contradictorio pero creo que estar solo es un
arte, un arte que se desmorona porque uno no puede llegar a ser tan fuerte.
Porque nacimos con la extraña sensación de buscar al alma
gemela de nuestra razón, pero ¿Qué pasa si la encuentras y la pierdes? Que la
razón se parte como el alma y la mente. Ahora toca vivir condenado, condenado a
una eternidad, de buscar algo que jamás volverás a encontrar. Es difícil buscar
una salida, pero hay que mirar hacia delante y lograrlo sin prisa, porque
seguro que está ahí pero nuestros ojos ciegos ni se inmutan ante ella.
Puede que sea verdad, que el amor no exista, como todo lo
inmaterial, que todo lo que escribo se borre automáticamente al final, que
nadie lo entienda, que nadie lo lea, que si lo ves tú, serán letras
ignoradas. Puede que las miradas no sean
tan sinceras como prometen, que la vida está llena de mentiras y de gente que
miente, que lo hace por tu bien pero a la vez te hace el mal, que si hacemos
caso y lo creemos nuestra culpa será.
Y es que sigo siendo el mendigo de este cuento, borracho de
sentimientos, sentado en un banco, con el Sol huyendo en el ocaso, con una
lágrima que indica que mi fin está cercano, que ya no lo supero, que vivir en
la calle de tu corazón es como sentirse maltratado, por la vida y por ti, por
quienes me quisieron y ahora no están aquí. Y es que tú sigues siendo la
princesa, esa que no se da cuenta que hay un mendigo en tu puerta, que la tocó
varias veces y no fue ignorado y que ya, por pesado, obtuvo la negación de la
corte y de palacio.
Me tapo con las sábanas, ¿Qué mas da tenerlas de colorines
si eres tú quien aquí falta? Abrazo minutos y cuento recuerdos, vivo mis sueños
y mi vida empeño. Escribo letras al ritmo de cada latido, ellos ya no saben si
tienen algún sentido, pero será por el futuro o por el mañana, lo único que hay
que hacer es tener atenta la mirada en el camino que describimos día a día,
paso a paso y segundo a segundo.
Vivir con nostalgia es algo normal, echar de menos tiempos
pasados que jamás volverán, la infancia y la juventud, las mejores etapas de la
humanidad, y lo que duele de verdad es ver el tiempo pasar, crecer y ver que no
eres el mismo, que los de tu alrededor han cambiado tanto que ya ni los conoces,
que crees que la vida sería mejor a medida que avanzaba pero lo único que
pienso es que es un maldición esto del tiempo que no se para, que no deja de
medir, de organizarnos, cuando vivir sería más fácil sin planos ni horarios. Pero la melancolía sigue y por
mucho que intentes olvidar para de nuevo comenzar, sólo puedes recordar para tú
volverte a estancar en lo de siempre, un amor imposible, que fue lo más grande
que tuviste, que ahora echas de menos por tu presente triste. Y digo yo que
alguna vez lo habrá feliz y entonces volverás a recordar pero sólo para
describir un romance increíble y poco duradero que te dio las esperanzas para
buscar otro verdadero.
No hables de amistad, cuando alguien ha sentido algo tan
grande como el amor, el ser amigos de nada servirá, ¿Para qué? ¿Para torturarte
más? Por más años que pasen el sentimiento siempre quedará, es algo delicado,
pero el amor nunca se borra y siempre deja algo guardado, algo que te recuerda
que no todo está olvidado, algo que te dice que todo era distinto, que cambian
tanto las cosas, que te arrepientes de las que hiciste por instinto, que hay
que ver que cada mañana algo te falta al amanecer, que cada sonrisa no será
como la de ayer. ¿Cuánto tiempo me queda para olvidar? Mirar el reloj sin cesar
es algo que no me ayuda, el amor no se convierte en amistad al lento paso de
las agujas.
Toda una aventura gritarle al mundo lo que siento, toda una
locura hacer que puedan jugar con lo que siento, sé que tu amor es banal y ya
tiene otro cuerpo, recuerda las promesas pero no dejes de olvidar todas las
apuestas, que yo iré siguiendo un destino, marcado desde que nací, que no
porque no estés voy a morir. Qué fácil es verlo escrito y que difícil sería
creerlo.
Soy un soldado que ya no tiene ganas para seguir luchando,
para seguir blandiendo su espada, porque ya cruzaron con una gran flecha su
cota de malla, algo que es peor que sentir miles de balas, malgasto cada
suspiro continuando con vida, lo mejor sería partirme en dos y dejar de sufrir
en el campo de batalla. Una vida así no puede ser vivida.
Mi cuerpo desecha momentos, el dolor es más grande que el
arrepentimiento, el miedo que tenía lo sigo teniendo pero se hace realidad,
cada día que pasa lo tengo que soportar más y más, y me tengo que olvidar de
pensar, de buscar recuerdos que para ti ya no son nada, que estás forjando
otros, que no te acuerdas de todas esas madrugadas en las que no dormía por ti,
en el enfado de las noches, en el amor que te di, en cada palabra y gesto que
mi corazón sentía, que lo decía de verdad, que no mentía. También borraste
aquello que sentías por mí, recuerdo que decías que sin mi no podías vivir, que
lo habías intentado y que ya nada era
igual, que era yo la pieza clave de tu felicidad. Yo no lo veía y a la vez daño
me hacía, no soy un poeta más, soy quien a ti sus poemas dedica. Y quizá lo
tenga que dejar de hacer, si me olvidaste y me borraste no te las mereces,
alguien está esperando que mi boli le escriba, que me quiere y me desea y yo
sigo pensando en tu pupila. Necesito una señal para darle un giro a mi vida.
G.S.Díaz "Canción de Sentimientos Verdaderos"