Y se acabó. Ese era
el último capítulo. El que lo finaliza todo. El que marca el cambio. El que,
aunque no quieras, te obliga a mirar adelante y dejar eso atrás, como una
experiencia más. Se va como vino, sin esperarlo, sin imaginar que me lo
tragaría entero. Quizá me haya servido para evadirme. Para llevar estos últimos
años mejor. Para sentir que yo era el protagonista de esa historia de amor que
no se rompe ni por cuatro tiros en el pecho. Para sentirme él y sentirla a
ella. Para sentir que viendo aquello, aún estaba junto a mí. Pero ha acabado.
Ya no hay opción de evasión. Simplemente la realidad. Se acaba y empiezo otra
cosa. Cosas que han llegado y que sería tonto si las dejara escapar. Pero eso
era la vida ¿No? Un cambio constante. Él, con su voz en off, me lo enseñó. Al igual que muchas
otras cosas más: los finales felices existen, son nuevos comienzos.
G.S. Díaz "Último capítulo"