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18 de enero de 2014

Preso

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Soy un reo, condenado a una vista de suerte, cuyo tribunal, por desgracia, no aplica la pena de verte eternamente. Visto de naranja y mis manos soportan la pesada carga de unas cadenas, que me recuerdan a la fuerza de tu canto de sirena. Estoy preso, preso de tus dudas, miedos y mis letras, aunque sea yo mismo quien te describa con unos trazos de tinta etérea. Es la única manera de intentar salir de mi cuarto repleto de barrotes, de aprecia el sabor de tu libertad y de tu vida floreciente. Porque ya estoy cansado de dibujarte entre las grietas de esas paredes desgastadas, de imaginar tu presencia fantasmal mientras apenas soy consciente de la realidad. Eres tú mi carcelera, la que tiene llave de mi celda, quien tiene el poder de tirar por tierra toda mi condena, porque posees las pruebas que me hacen dejar de se culpable de los delitos cometidos en el pasado. Eres tú. Así que ven ya, para que mis lágrimas dejen de fundirse cada noche con la almohada. Que siento que llevo encerrado desde siempre, esperando por ti, aunque no vayas a llegar, aunque no existas y te invente.

Gregorio S. Díaz "Preso"

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