¿No se cansa el mar de ser tan grande? ¿No se rebela la sal contra el agua tras un sin fin de incómoda convivencia? ¿No desean paz ya las piedras, arenillas y demás que son envueltas por éste y revoloteadas en unas idas y venidas que parecen ser eternas? ¿No están hartas las olas de terminar siempre rompiendo en la playa? ¿No se cansa el viajero, el turista o el autóctono de observar solo la superficie, líquida y brillante de algo tan inmenso que no cabe en su imaginación? ¿No se puede atisbar a lo lejos, en el horizonte, la esferidad de nuestro planeta, dominado por las aguas bravías de los mares que parecen no acabar y siempre terminar? ¿No se come el agua a la tierra, o viceversa? ¿Acaso es imposible dejar tu huella en la playa y que ésta no se borre por el roce del agua de las olas?
Gregorio S. Díaz "Mar infinito"