Mirarte
para contarte los lunares, que si no, mi mirada de nada vale. Que así tu sonrisa
se ve mucho más clara y mi corazón, entonces, se dispara, con balas que tan
solo pueden herir a este pobre diablo. No es un secreto ni tampoco un misterio,
pero sí una paradoja, contradicción y un poco paranormal que me tengas loco,
conquistado y vencido. Rendido. Perdido. Cautivo. Y no le voy a buscar una
razón, aunque la tenga. Que ahora el miedo se disipa, las dudas se comen las
uñas y mi imaginación de la tuya participa. Y si es mi imaginación la que todo
se imagina, que se rompan todos los cristales de la vida, que me corten la
sonrisa sin que ésta deje de dibujarse. Porque no importará, para mí, esta
historia, no tendrá final.
Gregorio S. Díaz "Tus lunares"