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7 de marzo de 2014

Medio limón

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Un limón, medio limón, a dos limones, medio limón:

Como si predijera el futuro, caminando hacia adelante en el tiempo, empezó. Un juego que era algo más que un juego, temiendo perder aun sin arriesgar. Ganando poco a poco. Sin velocidades ni prisas. Cuando ya los fantasmas volvían a aparecer sin saber por qué. Cuando no dejaba casi ningún resquicio a creencia ni fe. Como una prueba más del destino caprichoso.

Dos limones, medio limón, a tres limones, medio limón:

Un “hola”. Cuatro sonrisas. Dos besos. Un pisotón. Un “Au” silencioso. Disculpas aceptadas. Licor rojo primero, marrón después. Miradas y anécdotas. Mi cabeza girando en torno al mundo. En torno a ella. Vasos de chupito. Sonrisas irremplazables. Fechas en la mente. Camino largo de su mano que se queda a la mitad. Media vuelta y uno que va a soñar. Y a olvidar para, por la mañana, no poder recordar.

Tres limones, medio limón, a cuatro limones, medio limón:

Extraño silencio que no nos atrevimos a romper. Situación incómoda bien resuelta. El sofá llenaba de sueños a nuestros dedos que formaban puzzles de caramelo. Perdimos la partida, pero jugamos los dos. El pijama contrastaba con mi camisa, esa que quedó embriagada por completo de un perfume de manzana imposible de olvidar. Y entonces, desperté. Sonreí. Ni un beso, ni una palabra, pero ya había caído de bruces ante ella. Inevitable. Impredecible. Ilusión. Obsesión también. Algo diferente. Mi chupito de medio limón.

Gregorio S. Díaz "Medio limón"

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