Uno
no es lo que su físico y apariencia dice. Uno no es más, ni menos, por tener el
color de piel de una manera u otra, por tener los ojos verdes, marrones o azules.
La nariz de tal forma o aquella. Uno no es más, ni es menos, por ser más alto o
más bajo, más gordo o más delgado. Eso no es lo que define lo que tú eres, es
tan solo una parte de ti. Uno no es lo que la genética dice, aunque no hay que
negar que tenemos herencia procedente de nuestros antepasados. Uno tampoco es lo
que sus padres son, o lo que ellos quieren que sean. Uno no es lo que el
gobierno y las mayorías predican. No somos clasificaciones artificiales, según
patrones. Ni tan siquiera somos clasificaciones naturales. Uno no es lo que la
tradición dice, o lo que los estereotipos estereotipan. Uno es lo que piensa,
lo que dice, lo que hace y lo que escribe. Uno es cultura. Uno es sentimientos
y emociones. Uno es sonrisa, palabras y besos. Uno es uno, más allá de su
fachada exterior. Esa que solo vale para dar una imagen a los demás, que, a su
vez, nos permite quitarnos de encima y de en medio a esa gente dañina, que no
comprende nada de esto, que te maldicen y etiquetan. Esas personas
superficiales que no saben que todos tenemos la misma sangre roja bajo nuestra
distinta coloreada piel.
Gregorio S. Díaz "Uno no es"