Construido
está, a partir de velas negras, con besos a muchos, caricias a nadie, y tras un
cristal. Es tu mundo de fantasía, que se vuelve comedia a mis ojos, pero que
por obligación se torna romance con la ira de tus desaires. Títeres que se
mueven gracias a unos hilos invisibles. Títeres que se manejan con la palabra.
Bosques de frutas envenenadas. Mentiras de carros de caballos y cabezas
robadas. Que no rodadas. Invierno frío en el que súbditos, que no amantes, se
calientan con nada. Muerte que portas. Lobotomía que desearas. Capa y espada.
Trono y corona. De ese mundo también se escapa. Aunque quieras llenar el camino
de migajas. Hay hambrientos que prefieren morir. Vagabundo anduve sin rumbo,
cierto es. Pedí agua en el desierto, también. Claro líquido que la más hermosa
flor me brindaba. Que con su sabia las heridas sanaron como podían. Que
transformó desierto en realidad y me desterró de esos cuentos de hadas, de esos
en los que mandas y eres la mala. A pesar de que muestres solo para atrapar a
los más débiles. Que volvía, pensabas, sin saber que tú misma empezabas. Solo
fue tu cetro, que a la realidad se asomaba. Territorio neutral, cara a cara.
Tirando de mí y a la vez excusándote en la corte, que era yo quien no te dejaba
volver. Hipocresía. Necedad. Quédate en tu mundo lleno de elfos, caballeros y
princesas enlatadas, que visten de negro cuando les das la espalda. No asomes a
la realidad. Que esa es la que vale, en la que cada uno tiene su lugar y que no
puedes dominar.
Gregorio S. Díaz "Tu mundo de fantasía"