Me equivoqué, y no me importó
nada. Sí, me equivoqué, como esa paloma que se equivocaba. No quise ver los
fatales designios de un oscuro destino, no jugué el as de la baraja y perdí las
fichas a desgana. Mi pluma ya escribía el primer día y contaba los deseos y la
melancolía, como si pudiera recordar momentos futuros que iban a pasar, aunque
no eran seguros. Me bebí de un trago el alcohol de tu posibilidad. Me envolví, entonces,
en el suave aroma de nuevas sábanas. De limones y caramelos en una camisa
colorada. A pesar de que solo fue una noche, y los besos se quedaron en los
sueños de la almohada. Qué pena y cómo se mueven los hilos. Esos que me
llevaron hasta el portal de mi suicidio. Me equivoqué, sí. Pero ya qué más da,
tampoco puedo hacer nada. Qué más da, si fui yo el que decidí echarme la losa a
la espalda.
Gregorio S. Díaz "Me equivoqué"