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12 de octubre de 2014

Vagabundo

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Vagabundo que por el mundo vaga. Por una calle estrecha, a las tantas de la madrugada. Oscuridad y botella en mano, camina pisando todos los charcos. Porque quiere, porque es así. Porque la lluvia es gratis, moja y le hace experimentar otras sensaciones. El alcohol le sirve para hacerse ilusiones. No él, pero sí con él. Esas son más verdaderas que las que te puedan soltar alguna que otra fulana en la esquina de algún bar. Va dando tumbos, sin fijar su rumbo. Lo mismo pernocta en una acera que en el hotel de gambas exquisitas. Tiene por bandera un reloj que de su color se deshizo y que guarda en un bolsillo, un abrigo que le hace pasar frío las noches a la intemperie y una sonrisa que utiliza las ocasiones en las que en la cama de alguna dama se puede colar. A la mañana siguiente lo echan a patadas. Y entonces vuelve a empezar. Normal que no deje el alcohol, ni saque esa sonrisa siempre. Normal que no mire la hora, si el reloj se paró en la melancolía de horas pasadas y un tiempo anterior. Normal que prefiera el fío húmedo de una noche al raso, que miles de fuegos que no le queman la piel. Normal…

Gregorio S. Díaz "Vagabundo"

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