Mirábamos un planeta azul desde un cubículo de acero y hierro. Comiendo
palomitas y flotando en un punto pequeño del universo. Las comunicaciones de
radio cortábamos cuando queríamos amor por encima del cielo. Volver a pisar
tierra firme a tu lado era mi mayor deseo. Y entonces me flotaste. Pulsaste el
botón de la compuerta y sellaste mi destino. Eso sí, procuraste que tuviera el
suficiente oxígeno. Para pensar, para pensarte. Para recordar, recodarte. Para
maldecirme. Por creerte. Todo es oscuridad, salvo el sol que no deja de
destellar. Las estrellas también tienen cosas que decir. Yo me muevo por la
inercia con la impotencia de no poder hacer nada, sin destino claro y sin
opciones de sobrevivir. Si tuvieras dos dedos de luces, volverías en la nave a
por mí. Como sé que no las tienes, al menos me tengo a mí. Pensar que llegaré
más lejos que cualquier humano, me hace sonreír. No importa que muera, yo no
voy a envejecer. Tú, sin embargo, vas a tener que contar mil mentiras más para
hacerte creer.
Gregorio S. Díaz "Lejos del planeta azul"
Gregorio S. Díaz "Lejos del planeta azul"