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16 de julio de 2015

Mónica, dos puntos.

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Cerrar el círculo que de forma natural no se cierra. Volver al punto de salida, sin la carga de ayer y de una parte del camino de mi vida. No me equivoqué, incluso hasta vaticiné lo que iba a suceder. Ay de mí, pobre ingenuo, que teniendo nuestra historia escrita entre las manos, no la leí. No tuve que escribirla yo, Mónica se ocupó de coger tu nombre y darle luz. Y de avisarme de que el femenino de Manuel serías tú. Estábamos en el punto de partida, me limité a expandirte una dedicatoria tan sincera que no entenderás ni mi fea letra. Luego lo envolví para regalo. Hoy, que termino de leer, lo que un día te regalé, solo espero que tú al leer, te acuerdes como yo, de nombres, de excusas, de besos, de lágrimas, de lugares y de una historia que fue, aunque no tuvo que ser. Porque Mónica: ‘ela’ fue mi ‘el’.

Gregorio S. Díaz. "Mónica, dos puntos" 

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