Si nos hubiéramos abierto a base de palabras, la mente… Si te hubiera dado
a elegir, justo cuando la traición, la duda, el rencor comenzaban a hacer mella
en unos corazones de barro, fácilmente moldeables…Amenazarte con tirarme al
Támesis. Provocarte incertidumbre. Ganarme emocionalmente una crisis.
Atreverme, de verdad a hacerlo. Así, tanto tú como yo, podríamos haber llegado
a un acuerdo. Entender nuestra mutua destrucción. Son esos momentos de
indecisión los que nos hacen decidir. Los que nos hacen entender. Entender que
ceder no es perder. Decidir que olvidar no es elegir. En nuestros ojos
habríamos visto lo que somos: seres humanos; esos mismos que tropiezan mil
veces con la misma piedra. Los que no dejan de cometer errores. Fallos, a veces
puntuales, otras mortales. Que perfectos, ni en el mundo de las ideas. Besé
cada imperfección porque me parecían perfectas. Piénsalo, era eso. Si no nos hubiéramos
fallado nunca, ¿qué diablos nos hubiera unido?
Gregorio S. Díaz "Támesis"