No te niego, pero confieso. Fuiste tú mi más grave y grande error que
cometí. Lo sabes. Ello te entristece, te aflige y te acompleja. Te acobarda. Lo
sé. Déjame decirte que esa frustración no es lo peor que te puede pasar. Ya me
entiendes. Que de sobra también sabes que provocas esa sensación en todo aquel
que se atreve a tocarte. A acercarse lo suficiente. He de decirte que si haces
daño, fue porque el amor no fue ingrediente en tu fundición, que si tergiversas
es porque no has conocido otra cosa. Odias y manipulas, como si la fila de
sacrificios humanos nunca fuera a terminar. Porque te comparas con dioses, y
solo me recuerdas al de los salvajes, esos que no clamaban al hombre más que
sangre. Sí. Yo ya lo entiendo. Es eso por lo que lloras. No tienes la capacidad
para retener nada que rivalice con tu egoísmo. Es eso lo que te pasa, que todo
lo que tocas se convierte en mierda.
Gregorio S. Díaz "Todo lo que tocas"