Ojala vivir eternamente en un tu primer beso y que sea infinito. Que nos
recuerde que tenemos que tener presente esa parte de nosotros que aún es un
niño. Y por qué no, morir en tu beso lascivo y salivoso que encendía todas las
hogueras de este campo verde y arenoso. Entre esos dos y tanta distancia, me quedo
con el efímero y no con el que puede ser mortífero. Con el tenue y tímido que
se da en pasillos de instituto. Con el cálido y amable de tu somier de lana. Con
el frío y apagado de un enfado mutuo. Con el fiero y salvaje de dos, que son
uno, en una cama. Me quedaría con los que se dan al decir buenos días y
procuraría dar aquellos que no se dan por rutina. Por todos aquellos que
desaparecen. Pero si a la realidad tengo que atenerme, solo atraparía
en un instante, el último. Lleno de aire congelado, de fríos labios. Llenos de
vida pasada y futura. Porque siendo uno más, de esos no hay más. Como una
despedida. Con ese mismo sabor. Porque fue en una estación. Y hoy, que lo
recuerdo, también te lo doy. Salvando las distancias y el espacio tiempo. Lleno
de despedida, de deseo. De rabia. De ternura, inocencia y lamentos. Lee y
siente cómo rozo tus labios.
Gregorio S. díaz "Primer beso"